10-LOS PURGANTES Y OTROS REMEDIOS
Después de la guerra civil, como se pasaba tanta hambre, la falta de complejo vitamínico estaba servida. Entonces los niños nos poníamos con la cara amarilla o con manchas o con ambas cosas a la vez y las madres al vernos en aquella situación decían muy preocupadas que teníamos tericia porque teníamos el estómago sucio. ¡Qué contradicción, madre mía! ¿Cómo íbamos a tener el estómago sucio si no comíamos casi nada?
Pero claro como la madre siempre lleva la razón, pues ¡hala!, purgante que te crió. Tomar aquellos potingues era un drama, pues todos tenían un sabor malísimo y huíamos de él como alma que se lleva el diablo, pero claro cuando la mamá se quitaba el alpargate ya no quedaba más remedio que purgarse.
Los laxantes que yo recuerde que había por entonces eran los siguientes: el Aceite de Ricino Daker, el Agua de Carabaña, el Pagliano, el Purgante Besoy, comprimidos el Elefante y las irrigaciones de intestinos. Y con ellos estuvimos conviviendo hasta que los alimentos fueron más abundantes y nos salió algo de color en nuestras mejillas.
Cuando caímos y nos hacíamos un porcino o chichón, sin sangre, no acudíamos a que nos hicieran un Tac, si no que para atajar la hinchazón liaban una "perragorda" de cobre con aceite en un papel de estraza y nos la ponían atada con un pañuelo en la frente, bien prieta.
Y para los dolores de los mayores estaba el Linimento Sloan, llamado vulgarmente “Tío del Bigote”.
Juan Gabriel Barranco Delgado
Úbeda, Reino de Jaén a 20 de octubre del año 2018
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