17-MIS RECUERDOS DE SAN MILLÁN (y 3ª parte)
En bastantes casas sacaban a la puerta una mesa y en ella ponían tarros, orzas o lebrillos, tapadas con un mantel, en donde tenían alcaciles cocidos, ponche, cuerva o limonada. Bebidas estas con la que se refrescaban los vecinos e invitaban a sus visitantes. También ponían habas verdes y ochios, hechos en la panadería de Paquita Bellón, que estaba en el rincón de la plaza, y que vendía su hijo Mateo en su tienda de comestibles, sita en la misma plaza esquina a la calle Valencia. Éste establecimiento tenía encima de su puerta un azulejo de las hermanas alfareras Santa Justa y Rufina, patronas del gremio.
Para los que no tenían familiares que les invitaran, podían matar el gusanillo del hambre comprando algo en los establecimientos del barrio, que en aquellas fechas eran los siguientes:
- En lo bajo de la Cuesta de la Merced estaba la tienda de comestibles de Antonio Gómez Navidad “el Gafas”.
- En la Plaza de los Olleros, número 8, había una taberna regentada por Juanico “el del Helado”, al que le sustituyó después el padre de los Moyar.
- En la calle Valencia, nº 1, la tienda de Belloto, que era muy pequeña, pero tenía comestibles, mercería, vino, etc.
- En el nº 26 de la misma calle esquina a la Fuente de la Mandrona, existía la Taberna del Choto, propia de Paco Borrego.
- En el nº 42, había otra tienda-bar propia de Marcos Cubero Patón.
- Y en el nº 60, otra cuyo dueño era un militar retirado al que le decían “el Chato”, este era ayudado por su señora, la cual por no ser muy agraciada le decían irónicamente “la Guapa”.
En cuanto a mí, diré que cuando yo tenía cinco o seis años bajé a la fiesta, y en uno de esos paseos que se daban para acá y para allá vi a Gabriel “Apargate”, el novio de mi hermana, que estaba con otros amigos en una mesa invitándose. Yo lo saludé y él me llamó y me dio algo de su aperitivo, me fui, di otra vuelta y lo volví a saludar, y de nuevo me dio algo, poco después se ve que engolosinado por los aperitivos volví a pasar y volví a decirle adiós. Entonces él me llamó y me dijo: "ya no te vas más", y allí me retuvieron y me hicieron comer, beber vino y hasta fumar, por lo que cogí una borrachera que me puso tan malo que tuvieron que llevarme a casa, donde mi hermana y mi madre le regañaron por hacerle aquello a "su nene".
Y esto es todo cuanto recuerdo de la Virgen de la Soledad y de su iglesia.
Rafael “el Tarta”, al parecer vecino de este barrio y perteneciente al linaje popular de los Machuca, cantaba a la Virgen Sanmillanera, en los años de postguerra las saetas que pongo a continuación. En ellas se manifiesta claramente las penurias que se padecían por entonces:
"Virgen de la Soledad,te lo pido de rodillas,que nos pongan el pan baratoy nos quiten las cartillas ".**(Se refería a las cartillas de racionamiento)……………….Virgen de la Soledad,Concédenos tu clemenciaY da a los pobres pacienciaY a los ricos caridad.……………….Virgen de la Soledad,Virgen de la Soledad,Que se críen buenos habares“pa” darme buenas “pechás”.
A continuación expongo el resto de las fotografías de la Virgen de la Soledad, que el fotógrafo, Felipe Romero Molina, publicó en su libro dedicado a esta imagen.
Juan Gabriel Barranco Delgado.
Úbeda, Reino de Jaén a 13 de enero del año 2019
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