21- LA CAPILLA DE LA PUERTA DEL LOSAL (y II)
Desde que nací, salvo los veintidós años que residí en Madrid y Barcelona, viví en la ya desaparecida, casa número 4 de la calle Muralla de San Millán, y mi hermana, desde que se casó, vive en la Cuesta del Rosal, en la casa que pega a la capilla, por tanto he pasado miles de veces por allí y he jugado mucho en ese rincón. También llegué a conocer a Teresica, esta vivía en la calle Fuente Seca, nº 6, recuerdo que iba dos o tres veces en semana a limpiar y regar las macetas que adornaban el lugar y como nos pillara a los chiquillos “subíos” a los barrotes de la reja se enfadaba bastante. Otras veces que no estaba enojada nos decía que había que respetar aquel lugar porque aquella señora del cuadro era la Virgen María, la madre de Jesús, que había que santiguarse al pasar, etc, etc.
Yo hasta los diecisiete años, que me fui a trabajar a Madrid, así lo hice, y recuerdo que toda persona que pasaba no dejaba de santiguarse cada vez que cruzaba por allí. Otras personas a la vez que se santiguaban rezaban un Ave María y también las había que se arrodillaban y oraban ante la imagen. Es más, recuerdo que las personas que iban cargadas con cubos o cántaros de agua, o con haces de esparto o capachos confeccionados, al llegar allí se paraban, soltaban la carga y se santiguaban. Ahora ya es rara la persona que lo hace, aunque en honor a la verdad tengo que decir que casi siempre hay prendida en el lugar alguna vela ofrecida por quienes han recibido o esperan alguna gracia de la imagen.
En 1979 el tejado y paredes de esta capilla estaban casi en ruina y la cofradía de la Virgen de la Soledad la reconstruyó totalmente a su costa.
En 1980 yo volví a Úbeda y como aún no estaba el cuadro en su nicho, porque faltaba reparar la puerta y ponerle cerradura, hice una recolecta entre los vecinos y con lo recolectado compré pinturas para la reja, puerta y paredes, una cerradura, seis maceteros de hierro, negocié tapetes para el altar, pedí al Ayuntamiento que pusieran luz a un farol que me regaló Enrique Blanco Martínez, y el cuadro lo entregué a Pepe Dueñas Molina para que le diera unas manos de barniz. Acabado todo esto entregué la llave a mi hermana y desde entonces ella y su marido han mantenido limpio ese histórico y evocador lugar.
Pero desde que mi cuñado falleció y mi hermana se puso imposibilitada, soy yo el que está al cuidado de aquello. De hecho cuando cogí la llave colgué en las paredes del recinto varios cuadros con estampas de santos y también los objetos que los fieles entregan en ofrenda a la Virgen por los favores recibidos.
Quiero hacer constar que el vecino y carpintero Manuel Sánchez Orcera, sobrino de Catalinilla Sánchez Díaz “la Vidente”, hizo y hace, sin cobrar nada, cuantos arreglos y roturas ocasionan los gamberros en la puerta y balaustres de la reja. También regaló dos maceteros altos de madera.
Por último diré que pienso que en aquellos tiempos en que se fundó este oratorio, como la fe estaba tan arraigada en las personas, la presencia de la Madre de Dios en ese lugar serviría para corregir los defectos denunciados. Pero lo que también es verdad es que desde que tengo uso de razón, las meadas son diarias y las defecaciones y actos amorosos se siguen realizando de vez en cuando. Y es que los humanos no tenemos arreglo.
Juan Gabriel Barranco Delgado
Úbeda, Reino de Jaén a 2 de febrero del año 2019
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