34- LA ERMITA DE LA CRUZ DE HERRERA (1ª parte)
Antes de salir del barrio sanmillanero, quiero dar a conocer en este medio el interesante trabajo de investigación que he publicado este año en la revista de la Cofradía de la Soledad “Ya es Nuestra”:
Es un hecho que, en cualquier lugar, las cofradías son y han sido extraordinariamente celosas en cuanto a la exigencia de que se tuviera en cuenta su antigüedad, traducida en algunas ciudades a derechos como el lugar a ocupar en el orden procesional, entre otros. Es por ello que, para algunos cofrades, el peso que da a una cofradía haberse fundado antes que las otras puede llevarlos a cometer errores a la hora de datar la antigüedad de la misma.
Este fue el caso de una leyenda surgida hace unos años que vinculaba el origen de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y María Magdalena con una talla de la Virgen del mismo nombre, ubicada en una supuesta ermita visigoda, situada en el paraje de la Cruz de Herrera.
Sin embargo, de lo que hay constancia es de que en el lugar de la Cruz de Herrera lo que había hasta 1744 era una vivienda rural denominada Casería de Castaño, finca esta que fue aportada en dote por doña Catalina San Pedro Zayas y Castaño cuando casó con el Jurado de Úbeda don Francisco Gómez de la Torre y García, y fue a partir de esa unión cuando el predio pasó a denominarse Casería Gómez.
Este matrimonio poseía, el cortijo mencionado con mil olivos y un molino aceitero, y siguiendo la costumbre de casi todos los cortijos y casas de campo, mandaron construir en el mismo una ermita bajo la advocación de Nuestra Señora de los Dolores en su Soledad para poder oír misa los domingos y grandes solemnidades. Con el patrimonio referido fundaron un patronato o vínculo, con el objeto de que no se perdiera o diluyera el capital, y así pudieran disfrutarlo sus herederos sucesivos. Claro está que, como en todas las fundaciones de este tipo, el poseedor del vínculo no podía vender nada, lo que sí estaba permitido era aumentar el caudal con otras propiedades.
Es una lástima que el testamento y reparto de bienes de este matrimonio no se conserve, pues en él don Francisco declararía que él fue quien mandó edificar la capilla ya reseñada, se confesase como hermano cofrade de la cofradía de la Virgen de la Soledad, y como mandarían después todos sus parientes en sus respectivos testamentos, declarase que cuando él falleciera, lo enterraran en la cripta de la capilla que ésta imagen tenía en el Convento de la Merced, pues eso es lo que mandan todos sus parientes al testar.
La primera persona que disfrutó el vínculo creado por Francisco y Catalina fue su hija Ana Gómez Castaño. A ésta le siguió su hermano don Pedro Gómez Castaño, que fue Canónigo Tesorero de la Iglesia Colegial de Santa María de Úbeda. Este clérigo aumentó el vínculo fundado por sus padres añadiéndole el Cortijo de Ana Prieta con cien cuerdas de tierra, y a la Casería Gómez, a demás de los que ya tenía, le agregó mil novecientos cincuenta olivos. También la dotó de un corral, tinajas, atrojes. Y para que tuviera agua, mandó hacer un minado y tres albercas. Otras propiedades añadidas fueron dos trozos de tierra en el Alcázar, cinco casas situadas por diferentes calles de la ciudad y la suya propia, que estaba formada por seis casas sitas en la plaza de Carvajal y ocupaban toda la manzana que hay frente a la Casa de los Carvajal.
Pero lo aportado al vínculo por don Pedro Gómez Castaño no quedó en eso, pues a la ermita que construyera su padre en la Casería Gómez, la dotó espléndidamente de todos los enseres necesarios para celebrar el sagrado oficio de la misa. Dos cálices, copas, copón, candelabros, dalmáticas, siete casullas, albas con encaje, dos mantos y dos coronas para la virgen, misales paños, palio, estandarte, andas, cajoneras para la sacristía, campana, etc. También mandó hacer con permiso del obispo don Benito Marín y Ximénez, que rigió la diócesis entre 1750 a 1769, una lámina de cobre con la imagen de la Virgen de la Soledad en su altar, para imprimir estampas y repartirlas en la misa anual que se celebraba en aquel lugar en honor de la Virgen de los Dolores en su Soledad. También tenía en el descanso de las escaleras de su casa un cuadro grande de esta misma virgen.
Y es que esta familia, tal como demuestran los testamentos que se conservan, eran grandes devotos de esta imagen, empezando por el primero de los aquí referidos que edificó la capilla o ermita en la Casería Gómez y hasta que el Convento de la Merced fue desamortizado en 1836, todos los miembros durante tres generaciones fueron hermanos de la cofradía, y se mandaban enterrar en la Capilla de la Soledad en la que tenían una cripta con nueve sepulcros. También dejaban mandas para que les hicieran muchas misas en aquel lugar una vez fallecidos.
Hasta el domingo…….
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