51-RECORDANDO NUESTRO COMERCIO E INDUSTRIA (y 3ª parte)
La industria del esparto estuvo representada en el barrio en cuatro facetas: frente a los carmelitas, Nicolás Martínez, fabricaba estropajos; en el Palacio del Obispo Canastero, Lucas Román Almendros y su socio Pedro Sánchez fueron los sucesores de una fábrica de estropajos y cuerdas, fundada por don Lázaro del Moral.
Luego estos mismos socios cambiaron la fabricación de cuerdas a lo bajo de la calle; a la mitad de la misma estaba el almacén de esparto de Félix Arce Alises, material que era entregado a las mujeres para que en sus casas confeccionaran capachos para el prensado del aceite en las almazaras; y en la calle Cervantes estaba el gran taller de artesanía de Pedro Latorre «Pericohuevos», en donde se confeccionaban las famosas alfombras “ubedíes”.
Y es que cuando yo era pequeño casi todos los talleres de artesanos trabajaban a la vista del público, lo cual era un aliciente para los chiquillos, porque viendo cómo trabajaban los diferentes artífices, se despertaba en la persona la inclinación a un oficio u otro. A mí me encantaba observar a todos los maestros y ver cómo iban convirtiendo, con gran destreza, las materias primas en bellos objetos, pero el que más admiración despertaba en mí era el taller de talabartería y albardonería que junto al Arco de la Puerta del Rosal tenía Juan Vílchez Villar, donde junto a su esposa e hijos Pablo, Antonio, Antonia, Pepa, Alfonso y Manuela, confeccionaban con una habilidad y rapidez asombrosas atarres, cubiertas, cabezales, cinchas y demás aperos de los animales de carga, adornándolos con múltiples y bellos dibujos de hilos de colores.
El ocio en este barrio estuvo representado en diversos aspectos, en la Rúa y en el Paseo del Mercado en la feria de San Miguel se ponían las casetas y a la entrada del Callejón de Ventaja se instalaba los títeres de la «Santa Borracha»; también estaba el cine Ideal Cinema; el Salón de Verano, en las ruinas del convento de San Andrés; otro cine cubierto en la Plaza del Ayuntamiento llamado Cinema España; y otro más de verano en el patio de la casa de doña Rosa Izpizua. Recuerdo cómo en la puerta del cine Salón de Verano se ponía el carrillo con chucherías de Agustín Poisón Calvo «Pirulín»; otro de Alfonso y sus dos hijas, y otro más que vendía helados. También había zangalitrones que vendían arrezú, majoletas, mermeces, endrinas y comprando cierta cantidad te daban un canuto de caña para soplar los huesos. Otro vendía tabaco a granel sacado de las colillas que encontraban por el suelo. En los portalillos del Antiguo Ayuntamiento se ponía un tal Moreno con su modesta mesilla de tiro de pichón; y en la Rúa, junto a la Funeraria Soria, había un local con futbolines.
En lo sanitario este barrio tuvo en la calle del Carmen, la Maternidad; en el Paseo de Santa María, en el edificio que hoy ocupa el Hogar del Pensionista, estuvo el primer Ambulatorio de la Seguridad Social y en el Paseo del Mercado vivieron los médicos don Guillermo Rojas Galey, don Roque Rojas Salas, don Basilio Compán y don Esteban Castellano Barranco; en la calle Montiel, don Manuel Bajo; en la Plaza López Almagro, don Ángel Cámara; y en la calle Compañía, el dentista Segura.
La enseñanza en este barrio, como vamos a ver, también fue muy importante: en el Palacio del Obispo Canastero estuvo la Escuela de la Asociación de Padres de Familias Católicas de don Fernando Vida Nájera; en la Plaza de El Carmen, el Colegio de don Cristóbal Cantero Lorente; en la Plaza de Alonso Martínez, hoy del Ayuntamiento, un Grupo Escolar de niñas y el Colegio de Jesús de don Pedro López Caballero; en la Plaza de López Almagro estuvieron el Colegio de los Jesuitas y la Escuela Politécnica, dirigida por don Juan A. Cortés; en el antiguo Ayuntamiento y en los Viejos Honrados del Salvador estuvo la Escuela de Artes y Oficios; lo que ahora es el Instituto de Bachillerato «Francisco de los Cobos», fue la Escuela de Maestría Industrial.
En la calle Fernando Barrios, el Asilo de Ancianos de las Hermanitas de la Caridad; en el edificio que hoy ocupa la Residencia de Ancianos de la calle Montiel estuvo el orfelinato de niñas «Beatriz Galindo», en la calle El Bote, un colegio de párvulos de los de peseta diaria, que luego pasó a la calle Ginés Gómez y en la Cruz de Hierro otro Grupo Escolar de niñas.
Esto es cuanto recuerdo o he averiguado de estos últimos cincuenta y tres años, seguro que algo habrá quedado en el olvido.
También tengo que decir que aunque parte de la calle Real pertenece a esta parroquia, no he querido tocarla porque su gran importancia en todos los tiempos merece dedicarle a ella sola un libro entero. No obstante más recientemente mi amigo Diego Godoy Cejudo ha publicado, desde enero del 2013 en el Periódico mensual IDE@L Úbeda, un completo estudio tanto de texto como de imágenes digno de ser leído por todos los ubetenses el cual espero que publique algún día en su muro.
En las fotos, obreras de tres empresas-Salinas, Moreno y Blanco- de las cuatro que hacían alfombras en Úbeda; dos fotos de zapateros remendones, y el resto fotos diferentes de talleres de modistillas.
Juan Gabriel Barranco Delgado
Úbeda, Reino de Jaén a 18 de julio del año 2019
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