59-UN CONTRATO PARA LA VENTA DE HIELO Y BEBIDAS REFRESCANTES.(1ª parte)


Al leer este viejo contrato me doy cuenta que para ser de fecha tan lejana este gremio estaba muy avanzado, pues no hay más que ver la variedad de tipo de helados que fabricaban hace 213 años. Pero claro está, ayudado por un valenciano. Esto me ha servido para recordar las personas y lugares en donde en mis tiempos de niño y mozuelo vendían estos productos.

El primero que recuerdo es el de la calle de las Minas, nº 2, llamado por entonces Callejón de los Polos, cuyo fundador fue un tal Garrido. Luego le siguió la viuda de Antonio Camprubí, allí vendían unos polos de hielo que eran “ni chicha, ni limoná”. También tenían otros mejores pero esos los compraban los que tenían dinero. Recuerdo que les pasaba como a los Poloflag de ahora que el colorante que tienen deja rastro en la lengua y labios del consumidor.

Hubo otro vendedor ambulante con una bicicleta, que pasaba por mi barrio a la hora de la siesta pregonando “Al rico helado de mantecaooo” y ya nos ponía a los chiquillos en “despertación”y rogándoles a las madres para que nos dieran al menos dos reales para comprar la mínima expresión de un corte, que era una galleta partida por la mitad con un poquito de helado dentro.

También en la Corredera, frente a la Plaza de Abastos, se ponía un señor con una pata de palo que vendía polos de Camprubí, pero dejó de hacerlo cuando se colocó de portero en los urinarios públicos de la Plaza Vieja.

En el mismo lugar del anterior, otro señor, apodado “el Chino”, vendía polos de Linares, los cuales gustaban más que los de Úbeda. Los polos tenían un bajo precio , pero los que no tenían suficiente se juntaba con otros “esperrillaos” como él y ponían cada uno diez céntimos y, al llegar al precio del polo, el vendedor sacaba una baraja de cartas española, le daba una carta a cada uno de los que habían puesto dinero y el que tenía la carta más alta del palo que sacaba el hombre se llevaba el polo. Luego cuando ya escaseaba la clientela el vendedor también entraba en el juego y unas veces ganaba y otras perdía.

También me ha venido a la memoria aquel carrillo tan coqueto de venta de helado que se ponía delante del cine del Paseo del Mercado, que tapaba los recipientes con unas tapaderas niqueladas de forma cónica terminadas en una perinola. El carrito en cuestión iba con un techado y en las barras que lo soportaban había un recipiente acristalado donde se veían las obleas de los cortes y los cucuruchos. Al otro lado había otro recipiente donde guarda el aparato de hacer los cortes y el de poner las media esferas de helado en los cucuruchos, asimismo había un recipiente de agua para lavar los vasos usados, cuya limpieza consistía en agitar el vaso dentro del agua, al final de la jornada ¡no veas como estaría el agua!, aunque a veces mandaba a la fuente a alguien a por un cubo y la cambiaba.

También vendían ricos helado en la confitería de Joaquín Lope, el de la plaza Doctor Quesada.

Recuerdo que un día después de salir de del cine entré con mi amigo Manuel Alaminos Molina y por poco dinero nos dieron un buen cucurucho, como nos supo a gloria, volvimos de nuevo dos veces más, y es que nos “espachaban bien chorreao” porque se le había estropeado el congelador y se le estaba derritiendo el género, ¡jolín qué ganga y qué “panzá de helao” nos dimos!

A la entrada de la calle Cava, Paco “el del Carrillo”, fabricaba y vendía buen helado en su casa, allí era casi obligado que, al salir del Cine de Verano Cava, entráramos a comprar un polo o helado.

Para que los jóvenes lectores se hagan una idea de cómo eran aquellos antiguos carrillos como no he encontrado fotos de los de Úbeda, pongo lo que he encontrado en las redes de algunos muy parecidos.









Juan Gabriel Barranco Delgado
Úbeda, Reino de Jaén a 1 de Septiembre del año 2019.

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