65-LA FERIA DE SAN MIGUEL

 

Este trabajo fue publicado en el Programa oficial de feria del año 2009.
Un servidor (izqda) con mi amigo Manuel Alaminos Molina el año 1953, cuando se hacía la feria en la Explanada





Si el año pasado traje a estas páginas un romancillo sobre la feria de 1915 este año aporto otro, que me dieron mecanografiado y cuyo copista olvidó poner al autor, el año y el medio en donde se publicó. El romance presente, tiene tanto gracejo o más que el de 1915 y en él se refleja de forma sencilla y jocosa cómo eran aquellas ferias de los años treinta, así como los manjares, diversiones, modas y comadreos del momento:

LA FERIA DE SAN MIGUEL

A fin de conmemorar
la toma por los cristianos
de este pueblo de las torres
que conquistara el Rey Santo
desde tiempo inmemorial
el día del aniversario
se festeja a San Miguel
con divertimientos varios.
Antaño se corrían toros
en la Plaza del Mercado
y había iluminaciones
en el Real y Teatro
con los mejores actores
que en elencos figuraron.
Ogaño también se corren
en lo que fue San Nicasio,
y con bombillas muy gordas
que pone don José de Castro,
se ilumina la ciudad
siquiera una vez al año.
La gente del pueblo ahora
escucha con entusiasmo
en el Real a don Victoriano.
Marchan las mujeres luego
con los niños arrastrando
a mirar en las casillas
las cajitas de soldados,
las peinetas, que relucen
con muchos brillantes falsos
y los puestos de turrón
y de garbanzos tostados;
las tiendas de albardoneros,
los columpios, el esparto,
las ruletas, con pucheros
y paquetes de cigarros,
a perrilla y siempre toca.
Santos acaramelados
se rifan, en otros puestos
que están de niños cercados;
uno se come una virgen
de caramelo encarnado,
en tanto con mucha envidia,
miran los otros muchachos,
con los dedos en la boca
y con los mocos colgando.
De vez en cuando deprisa
a la gente separando,
pasa una recua de burros
conducidos por gitanos;
ruidos de cascabeles,
carracas y pitos varios;
mujerucas de los pueblos
y niños que van chupando
con una fruición enorme
un purito americano.
Por la tarde, entre dos luces,
luego que se han paseado,
las señoras en los coches
por la feria del ganado
luciendo lo mejorcito
tanto en joyas como trapos,
entran todas al casino
donde las recibe ufano
y muy fino el presidente
Francisco Salas Almagro.
Cuando entra una señora,
al punto llama a un criado
y le entrega los abrigos,
que doblan con gran cuidado
las señoras, porque el forro
suele estar deteriorado.
Cuando todas las mamás
muy tranquilas se han sentado,
con sus sombreros redondos,
con igual patrón cortados,
miran despacio a las niñas
por si algo se ha pasado;
si se les ven las enaguas
o el escote se ha bajado,
o se le arruga una media,
o desabrocha un zapato,
o le quedó en la nariz,
de polvos algún parchajo
o los pendientes la hicieron
en la cara algún tiznajo,
ya se quedan satisfechas
unas con otras hablando
de lo caro que está todo,
de las patatas, los rábanos,
de cocineras amponas
de que ahora con el capacho
las criadas se despiden
en cuanto se rompe un plato.
Pero no pierden de vista
a los que pasan bailando
y cuentan lo que fulana
bailó, y con qué muchacho.
De vez en cuando si pasa
alguien que no es de su agrado
empiezan sin compasión
feroces a criticarlo.
Todo con mucho secreto
hablando siempre muy bajo
y le arrancan el pellejo,
yo creo que hasta al padre Santo.
Y vamos con los que bailan
que ya esperan en el patio.
Las hay que aunque no son viejas
de veinticinco han pasado
y en sus sillas permanecen
siempre esperando, esperando.
Forasteras hay que emboban
y les hacen pasar mal rato,
al mismo Papa, que venga
con San Antonio del brazo.
Viene cada tobillera,
con el traje recortado...
que son las que en las reuniones
hacen solitas el gasto.
Estas ingenuas de veras
y con natural agrado
son preferidas a todas
las que tienen moño alto,
pues en la altura del moño
se ve la edad ipso-facto,
porque ya pasó de moda
lo de vestirse de largo.
Y es que el grosor de las piernas
no pone la edad en claro,
pues hay cada tobillera,
que en fin...., señores me callo,
pero Dios les libre a ustedes
de que les pisen un callo.
¡Y ellos! Ellos el colmo,
del galanteo y desenfado
y hay que oír sus frases
¡qué finos y qué simpáticos!
¡la encuentro bella Paquita!
mejor que el año pasado,
no me lo niegue, le ruego,
le han crecido esos ojazos;
cosas nuevas, muy bonitas
y que nadie ha pronunciado.
Y aquel que dijo Mercedes,
soy tan feliz que la bailo!
Y Mercedes muy ingenua:
Ya tengo pedidos cuatro,
contesta, más el insiste
siempre rogando, rogando
que se “marre” y le conceda
el chotis que están tocando,
pues del corazón le salen
los ruegos al insensato.
Los hay que bailan las polcas
al estilo americano
y en cada vuelta que marcan,
con los pies hacen un arco,
con los hombros muy subidos
moviendo mucho los brazos,
con los rostros encendidos
y mordiéndose los labios
parecen que van haciendo
una obra de romanos.
Los cotorrones muy serios
de vez en cuando hablan bajo
y comentan ellos solos....
el que bailen tan pegados.
Uno de los solterones
en la columna apoyado
si le mira alguna chica
se pone muy colorado,
y él sólo reza una cosa
hay que ver que tío tan malo,
pues se azora el infeliz
y nunca puede hablar claro,
porque la sangre le sube
y queda congestionado.
Los papás suelen quedarse
muy cerquita del piano
y hablan de aquellas reuniones
y añoran tiempos pasados
en que bailaban virginias
y la polca de dos pasos,
y cuenta la mar de casos
que le pasaron a ellos
hace qué se yo los años.
De vez en cuando unas palmas
suenan secas en el patio;
es que el simpar presidente
anuncia que están tocando
y entonces Paca pianola
tiene cuerda para rato
y con cincuenta peinetas
y los ojos vivarachos
ejecuta un pasodoble,
un chotis, polka o un tango.
Ya están en pie los señores,
abrigos baja Fernando
y en la puerta Paco Salas
dice a todos saludando:
“Hasta mañana señores,
habrá violín y piano
habrá aseo en el local,
buena voluntad y agrado”
Que es lo mismo que diría
cuando ya te has afeitado,
Melendro, Pastor, Ortiz,
o Perinolo o Copado.
Por la trascripción:
Juan Gabriel Barranco Delgado
Úbeda, Reino de Jaén a 3 de octubre del año 2018.








Carruseles de Manuel Sánchez

Antonia y Salvador Jiménez Copado grandes devotos de la Soledad

Grupo numeroso de personas de cuando la feria se celebraba en la calle Real



Feria del ganado en la calle Sagasta



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