66-ATRACCIONES DE LAS ANTIGUAS FERIAS (1ª parte)
Este trabajo fue publicado en el programa de ferias el año 2004..
Es tanto lo que se ha escrito sobre nuestra feria de San Miguel y tanto lo que sus pregoneros han dicho sobre este gran evento, que no es fácil encontrar un tema inédito con el que entretener al lector unos minutos.
No obstante yo voy a hablar sobre las atracciones populares que concurrieron tiempo atrás a nuestra ciudad, las cuales fueron unas de las cosas que más atraían a jóvenes y mayores.
Claro está que no todas las que voy a relatar vinieron a nuestra feria en el mismo año, pues algunas vinieron antes de la guerra civil. Igualmente diré que yo no las conocí todas, pues no tengo edad para ello, pero si las refiero es porque otras personas mayores me lo contaron a mí.
Cuentan nuestros mayores que las atracciones se instalaban primero desde la Plaza Vieja hasta la Plaza de San Francisco. Respecto a ese último lugar dicen que estando montado el carrusel de las "volaoras" junto a lo que de antiguo se conocía como "el Saltaero", ahora ese lugar lo ocupa los jardines del Alférez Rojas, una de las sillas que pendían con cadenas se soltó y el ocupante fue a estrellarse a la huerta que hay abajo, de cuyo golpe murió. Más tarde la feria se fue extendiendo por la Corredera, Cruz de Hierro, Plaza de las Descalzas y el Paseo del Mercado.
En la calle Real y Paseo del Mercado se daban los conciertos de música; en la Plaza Vieja se instalaba un carrusel y algún barracón; en los jardines que hay ahora junto a la iglesia de la Trinidad se ponían las barcas; en la calle Corredera, los puestos de turrón, avellanas cordobesas, juguetes, y baratijas las cuales se hallaban mezcladas entre aserrín. Además de los puestos fijos estaban los vendedores ambulantes de diversas cosas, al parecer hubo uno que vendía unos cucuruchos de caramelo y para atraer al público cantaba con música de la canción "Si vas a París papá" lo que sigue: "A las mujeres /les gusta mucho /el cucurucho /largo y feúcho /acariciar...".
Años después se montaba el carrusel de las "volaoras" en la Cruz de Hierro y también algún barracón de atracciones. Me dicen que un año vino a este lugar un barracón en el que se exhibía una señorita disfrazada de mariposa multicolor, pero una vez dentro al abrir las alas dejaba ver parte del cuerpo al desnudo (las piernas), lo cual levantó las protestas de algún que otro puritano.
En la plaza de las Descalzas se montaba el tren de la bruja y la vagoneta proyectil, este pesado artilugio es donde median los jóvenes sus fuerzas, pues al ser empujada con fuerza, esta se deslizaba por unos raíles inclinados y si llegaba al tope daba una explosión.
Junto a la Fuente de San Pablo se situaba el Circo de la Alegría.
Otra distracción que se instalaba en el Paseo del Mercado era la Cucaña que como todos sabemos consiste en poner en lo alto de un gran poste un suculento premio que sería para el que lograra ascender hasta él por el pringoso y resbaladizo palo.
Otro juego a disposición de los jóvenes más osados era una rampa por la que se deslizaban los protagonistas con un palo que debían meter por el agujero que tenía en el vientre una figura de hombre o mujer y en caso de no atinar les caía un cubo de agua más limpia.
A la entrada de la calle Ventaja se montaba a una discreta altura un teatrillo de marionetas conocida por La Santa Borracha. Esta famosa distracción de grandes y chicos que funcionaba acompañada de una música de chin chin púm, dejó de exhibirse al segundo año de ser trasladada la feria al paseo de la Explanada, en 1949 estas marionetas fueron reemplazadas por un guiñol de más categoría cuyo personaje se llamaba Chacolín, la cual divirtió cumplidamente al público durante algunos años más.
En la plaza de Álvaro de Torres se instalaba otro pequeño circo donde actuaban perros, canarios y otros animales caseros amaestrados.
Además de lo mencionado también solían venir a nuestra ciudad otras atracciones de muy diversa índole que tenían en su puerta una o más personas que invitaban al público a que entraran voceando insistentemente una retahila más o menos parecida a la que sigue: "¡Pasen señores y no se pierdan el asombroso espectáculo que esta empresa le ofrece el cual ha recorrido con enorme éxito toda España! ¡Pasen, pasen y vean (aquí daban el nombre de lo que se iba a contemplar) pues de no verlo este año nunca más tendrán esa oportunidad. ¡No se detengan y pasen que la función va a empezar! ¡Pasen y vean un espectáculo que nunca olvidarán!"
Veamos ahora en lo que consistían aquellos espectáculos: Una de aquellas atracciones fue el caballo que reconocía a la mujer más guapa de las que allí concurrían. Las damas se ponían en primera fila del local y el caballo, al preguntarle su amo cual de aquellas mujeres era la más guapa, se paseaba ante todas ellas y al final se detenía ante una. Repetía el dueño la pregunta y el animal moviendo la cabeza de arriba abajo daba a entender que la que tenía ante sí era la más bella. Lo cual resultaba ser cierto. Con esto y con algunas palabras más del presentador acababa la función.
Un año hubo en la Cava una atracción en la que se exhibían, en figuras de cera, escenas de la muerte del torero Manuel Granero.
En otra de aquellas atracciones se anunciaba "La agonía de un cabo en Cuba". Ante este anuncio el público asistía al local en la creencia de que iban a ver la dramática escena de cómo un cabo del ejército español expiraba herido de muerte en la guerra habida en la isla de Cuba en 1898. Pero la realidad era muy diferente pues cuando se corrían las cortinas del pequeño escenario, lo que allí se contemplaba era un diminuto cabo de vela ardiendo sobre una cuba o tonel.
En las fotos: una cucaña, una carrera de camareros, una tómbola y los espejos de la risa.
Juan Gabriel Barranco Delgado




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